La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que anualmente alrededor de 16 millones de adolescentes entre 15 y 19 años y 1 millón de niñas menores de 15 años dan a luz. América Latina y el Caribe tienen la segunda tasa de embarazo adolescente más alta del mundo y es la única región con una tendencia ascendente de embarazos en adolescentes menores de 15 años, según reporta el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

En Colombia, una de cada cinco madres es adolescente, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS 2015) del Ministerio de Salud y Profamilia. Estos embarazos están ligados a menores niveles educativos y socioeconómicos: el 48% de las jóvenes madres solo había cursado la educación primaria y, según indica el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), las adolescentes que se encuentran en el quintil más bajo de riqueza reportan un 18,4% más de incidencia en embarazos que las del quintil más alto. También incide la violencia machista, la falta de acceso a métodos anticonceptivos y una educación sexual deficiente.

La mortalidad materna es una de las principales causas de muerte en las mujeres de 15 a 24 años en la región de las Américas, y el riesgo de muerte materna se duplica en madres menores de 15 años en los países de ingresos medianos y bajos. En el país, 1.900 adolescentes y jóvenes mueren cada año durante el embarazo, el parto y el posparto (ENDS 2015). Las muertes perinatales, por su parte, son un 50% más altas en recién nacidos de madres menores de 20 años, comparado con los recién nacidos de madres de 20 a 29 años (OMS).

Ahora bien, el embarazo en la adolescencia no es solo un problema de salud pública. Hoy en día, es reconocido como uno de los principales factores que perpetúan la pobreza en los países en vías de desarrollo. Esto, porque incrementa la brecha de género, las desigualdades socioeconómicas, y las situaciones de vulnerabilidad y de exclusión.

Además, tiene implicaciones no solo individuales, sino también colectivas: afecta negativamente la vida de la gestante, de sus hijos y de sus comunidades. Los hijos de madres adolescentes tienen más probabilidades de un bajo rendimiento escolar o de abandonar los estudios; y las niñas, en particular, de repetir la historia y convertirse también en madres adolescentes.

Una de las principales consecuencias del embarazo en adolescentes es la deserción escolar, que tiene un impacto en sus oportunidades de desarrollo, de completar su educación y de incorporarse al mercado laboral. Según el estudio “Determinantes del embarazo en adolescentes en Colombia”, realizado por Profamilia y Fundación Plan en 2015, por cada adolescente que ha tenido un embarazo y continúa asistiendo a una institución educativa, hay 9 que ante el embarazo abandonan la escuela; y por cada adolescente que ha tenido un embarazo y ha aprobado algún año de educación superior, hay 11 que han tenido un embarazo y no acudieron a una institución educativa.

Por todas estas razones, y porque estamos comprometidos con crear una sociedad más justa y sostenible, abordamos la problemática del embarazo adolescente y prevenimos embarazos subsecuentes en comunidades marginadas de Latinoamérica, principalmente en Colombia. Nuestro actuar está orientado a 9 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que anualmente alrededor de 16 millones de adolescentes entre 15 y 19 años y 1 millón de niñas menores de 15 años dan a luz. América Latina y el Caribe tienen la segunda tasa de embarazo adolescente más alta del mundo y es la única región con una tendencia ascendente de embarazos en adolescentes menores de 15 años, según reporta el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). América Latina y el Caribe tienen la segunda tasa de embarazo adolescente más alta del mundo y es la única región con una tendencia ascendente de embarazos en adolescentes menores de 15 años, según reporta el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

En Colombia, una de cada cinco madres es adolescente, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS 2015) del Ministerio de Salud y Profamilia. Estos embarazos están ligados a menores niveles educativos y socioeconómicos: el 48% de las jóvenes madres solo había cursado la educación primaria y, según indica el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), las adolescentes que se encuentran en el quintil más bajo de riqueza, reportan un 18,4% más de incidencia en embarazos que las del quintil más alto. También incide la violencia machista, la falta de acceso a métodos anticonceptivos y una educación sexual deficiente.

La mortalidad materna es una de las principales causas de muerte en las mujeres de 15 a 24 años en la región de las Américas, y el riesgo de muerte materna se duplica en madres menores de 15 años en los países de ingresos medianos y bajos. En el país, 1.900 adolescentes y jóvenes mueren cada año durante el embarazo, el parto y el posparto (ENDS 2015). Las muertes perinatales, por su parte, son un 50% más altas en recién nacidos de madres menores de 20 años, comparado con los recién nacidos de madres de 20 a 29 años (OMS).

Ahora bien, el embarazo en la adolescencia no es solo un problema de salud pública. Hoy en día, es reconocido como uno de los principales factores que perpetúan la pobreza en los países en vías de desarrollo. Esto, porque incrementa la brecha de género, las desigualdades socioeconómicas, y las situaciones de vulnerabilidad y de exclusión.

Además, tiene implicaciones no solo individuales, sino también colectivas: afecta negativamente la vida de la gestante, de sus hijos y de sus comunidades. Los hijos de madres adolescentes tienen más probabilidades de un bajo rendimiento escolar o de abandonar los estudios; y las niñas, en particular, de repetir la historia y convertirse también en madres adolescentes.

Una de las principales consecuencias del embarazo en adolescentes es la deserción escolar, que tiene un impacto en sus oportunidades de desarrollo, de completar su educación y de incorporarse al mercado laboral. Según el estudio “Determinantes del embarazo en adolescentes en Colombia”, realizado por Profamilia y Fundación Plan en 2015, por cada adolescente que ha tenido un embarazo y continúa asistiendo a una institución educativa, hay 9 que ante el embarazo abandonan la escuela; y por cada adolescente que ha tenido un embarazo y ha aprobado algún año de educación superior, hay 11 que han tenido un embarazo y no acudieron a una institución educativa.

Por todas estas razones, y porque estamos comprometidos con crear una sociedad más justa y sostenible, abordamos la problemática del embarazo adolescente y prevenimos embarazos subsecuentes en comunidades marginadas de Latinoamérica, principalmente en Colombia. Nuestro actuar está orientado a 9 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

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